Alas Rotas
Fácilmente cualquier otro vampiro me diría que estoy
loca, pero si por loca tachan a alguien que solo quiere ser libre, entonces
estoy completamente loca. Mire a German el cual se encontraba arreglándose la
corbata. Como odiaba a ese ser que se
encontraba a mi lado. Por su culpa había perdido a la persona que una vez me
hizo sentir que tenía alas y podía volar por las nubes.. Ahora me encontraba
totalmente sola y con mis alas rotas.
Termine de arreglarme el pelo. Iría para la fiesta de
compromiso de Nikolav y la chica mitad hada llamada Alejandra. ¡Pobre niña
ilusa! no sabe en lo que se está metiendo. Me importa muy poco el futuro de los
vampiros. Mi futuro estaba destruido por lo que ya no me importaba nada. Si
Nikolav cree que lo mejor para los vampiros es formar una guerra contra las
hadas, allá él. Estoy segura que Alejandra no es ninguna hibrida tonta. Ella
sabrá que es lo mejor, pero mientras Nikolav este siguiendo órdenes de Sirón,
su creador, será imposible que el piense claro y cuando Nikolav convierta a
Alejandra en un vampiro-hada, será peor. Por más que quiera a Nikolav el cual
es un buen amigo. Solo espero que no cometa una locura. Él no es malo en el
fondo.
Cuando un vampiro nos convierte creamos un vínculo con
esa persona. Por eso la mayoría de los vampiros siguen a Sirón como perros
falderos. Yo ni fui creada por Sirón y ni fui creada por German. La vida es muy
injusta desde mi punto de vista. Sé que ellos intentan ser leales a su rey y a
Nikolav, pero me parece tonto todo lo que hacen. Quizás como yo nunca conocí a
mi creador, no sé lo que se siente. Lo último que supe fue que se encontraba en
la dimensión de los humanos, pero eso es información sin importancia. No sé
cómo se llama, no se dé qué familia viene, no se nada.
― Tenemos que irnos
Samantha.
Lo mire con rencor y le di el ultimo toque a mi peinado. Salí de la
habitación sin mirarlo. El camino fue un maldito infierno. Todo me daba vueltas
en la cabeza. Cerré los ojos para pensar.
― ¿Qué sucede mi amor, te noto preocupada?― me
arrincone más a su pecho mientras dejaba que acariciara mi cabeza.
Cerré los para evitar que mis lágrimas salieran. Él se
percató de esto porque me agarro de ambos brazos y me hizo sentarme en sus
faldas. No abrí mis ojos.
― ¡Contéstame! Ese señor te hizo algo. Te volvió a
tocar.
Abrí mis ojos sin poder evitar que mis lágrimas
comenzaran a salir y negué con la cabeza.
― Prométeme una cosa Sebastián―. Pedí en un susurro.
Él se mostraba cero conforme. Coloque ambas manos en
sus mejillas. Podía sentir su piel cálida en mis palmas. Podía sentir como por
dentro su corazón de hielo se descongelaba con mi tacto. ¿Esto era lo que las
personas conocen como amor? Me sentía volando por los aires cada vez que estaba
con él. El me hacía sentir de una forma que nunca nadie me había hecho sentir.
Ni siquiera German que había tenido sexo conmigo en muchas ocasiones me había
llegado provocar ese sentimiento que me provocaba Sebastián.
― Sabes que te prometo cualquier cosa que me pidas,
pero para eso necesito que dejes de llorar. Me haces sentir bastante indefenso.
¿Cómo le pediría lo que estoy pensando?
― Samantha, hemos llegado―
escuche que me decían. Abrí mis ojos y mire a German. ― Antes de que te bajes
tenemos que hablar.
Lo mire de brazos cruzados. Él y yo no teníamos nada que
decirnos. Yo ya había dicho todo y ya no me quedaban más argumentos.
― ¿Sigues molesta conmigo
por lo que paso?
Reí con sarcasmo. ¿En serio me estaba preguntando eso?
¿No era muy obvio que lo detestaba.
― Sabes que nunca te lo
perdonare. Te odio con todas las fuerzas de mi corazón, te odio demasiado.
Él negó con la cabeza y me agarro de ambos brazos.
― No puedes odiarme por lo
que paso. Siempre supiste que eras mía. Desde el primer momento en que te vi
supe que serias mía y gracias a mi estas viva ahora. Esa relación nunca podía
ser.
Lo mire con lágrimas en mis ojos.
― No estamos casados, no hay
nada que nos una de por vida. Lo que hicisteis fue un favor. ¡Si hubiera sabido
que me utilizarías jamás hubiera aceptado que me alimentaras!
No me había dado cuenta que había alzado la voz hasta que
sentí la palma de la mano de German estampada en mi cara. Lo mire con rencor.
― Muy pronto lo estaremos y
ese día serás completamente mía.
Después de esas palabras acerco su rostro al mío y aun
agarrando fuerte mis brazos me beso. Sentí su fuerza luchar contra la mía y
podía sentir sus labios presionando los míos. Se alejó de mí y lo mire molesta.
Molesta con él y con la vida que me ha tocado. Bajamos del coche y entramos por
las puertas del gran castillo. Yo ignore todo mientras me agarraba del brazo de
German. Caminamos hasta entrar al gran salón que ya se encontraba con muchos
vampiros y incluso hadas. “Genial, hadas” Lo más seguro es que estuvieran
pendientes de la chica. Mire hacia el lugar donde se encontraba los dos tronos.
En ellos se encontraba Nikolav muy guapo por cierto y a su lado se encontraba
una chica muy guapa. “Debe ser la Alejandra” pensé. Sin duda la chica era muy
bonita, pero pobre de ella. De verdad no sabe en lo que se está metiendo.
― Sebastián ¿puede
una persona con las alas rotas volver a volar?― pregunte mientras recostaba mi
cabeza en su pecho.
Después de hacerlo prometer que me hiciera el amor, le
conté el problema que se avecinaba. Sebastián tenía que irse si no quería que
German lo matara por haberse acostado conmigo.
― Mientras esa persona tenga a otra en la que apoyarse
podrá volar hasta el infinito sin necesidad de usar sus propias alas.
― Te amo tanto, pero temo tanto por ti. No soportaría
perderte.
― Solo será un “hasta luego”. Volveré por ti y te
llevare conmigo a otra dimensión. Seremos tú y yo y el espacio completo.
Sonreí y lo abrace. Lo rodee con mis piernas quedando
encima de él. El coloco sus manos alrededor de mi cintura. Coloqué mis manos en
su pecho.
― Vuelve pronto por favor. No sabes el dolor que
siento al saber que te iras y me quedare otra vez sola con German. No soporto
cada vez que el me toca, cada vez que me hace suya. El sexo vampírico para que
funcione tiene que haber amor y lo de él y yo no lo es. Nunca he probado de su
sangre, pero él se vuelve loco conmigo.
Sebastián me hizo acostarme en su pecho. Cerré mis
ojos mientras sentía sus dedos recorrerme la espalda. Cada tacto entre los dos
me hacía sentir loca. Me hacía volar muy lejos.
― Escúchame bien antes de que te vayas y nos separemos
por un tiempo―. Asentí en su pecho. ― Te amo como nunca he amado a nadie en mi
existencia. Por ser un alma libre no pude experimentar por todo lo que has
pasado. Quizás tenga 200 años, pero me siento de 18 cada vez que estoy contigo.
Tienes razón cada vez que me dices que cuando estas conmigo te sientes como si
estuvieras volando por el cielo y sintieras que nunca regresarías a la Tierra.
Yo también me siento así. Cuando estoy contigo vuelo y me siento feliz de saber
que tu vuela a mi lado. Sientes que tienes tus alas rotas, pero es por el
sufrimiento de saber que no podemos estar juntos en estos momentos. Sé que
siempre has pensado que en esta relación de amor complicado tú eres la que
dabas más amor, pero no es así. Son un chico que ha vivido mucho y ahora al
conocerte es un nuevo sentimiento que nunca experimente. German es alguien importante,
pero no me importa hacer hasta lo imposible para que estemos juntos.
― Te esperare para que rescate a esta princesa sin
castillo―. Sentí como me apretó más a su cuerpo y después me soltó.
Nos dimos una última mirada y un último beso.
“Pobre tonta yo” pensé mientras veía como German hablaba
con otros hombres. Sebastián nunca regreso por mí. Lo llevo esperando mucho
tiempo y todavía siento como si fuera ayer el día en que me prometió aquellas
palabras. ¡Ilusa yo! Sentí como mi pecho se aprisionaba y me provocaba dolor.
Odio a Sebastián por hacerme sufrir. Me dejo siendo como un águila al que le
cortaron el vuelo. Me hizo volar muy alto para luego hacerme caer muy fuerte.
Nikolav le pidió matrimonio a Alejandra y esta después de
pensarlo acepto. Todos estaban contestos, pero yo no tenía mucha emoción.
Después de estar un buen rato haciendo nada German me notifico que nos íbamos. En
el camino a su casa me quede dormida.
― Escucha bien pequeña
Samantha que lo que te tengo que decir no se repetirá.
Me quede sorprendida al
escuchar esa voz. No sabía de dónde provenía. Me encontraba parada en medio de
un prado de flores silvestres y margaritas.
― Debajo de tu almohada
encontraras un frasco de un líquido rojo espeso. Cuando estés completamente
sola bébelo.
Desperté cuando el carro estaciono frente a la casa. Me
baje del auto y entre a está yendo a mi cuarto. Fui al baño y me quite la ropa
para ducharme. “Qué raro sueño” pensé. Salí del baño y encontré encima de la
cama a German.
― Largo, quiero dormir.
Este se acercó a mí e hizo ademan de besarme. Recordé el sueño y sonreí.
Mire a German con una sonrisa.
― Nos vemos mañana, descansa.
Lo bese y aunque se quedó sorprendido me correspondo el beso.
― Hasta mañana.
Cuando estuve completamente sola me senté en la cama y levante la
almohada. Encontré un frasco y me quede sorprendida con el líquido. Era veneno
letal para un vampiro. Solo los brujos lo tienen. Mire a la puerta y luego el
frasco. “Sebastián no regresara, si no, lo hubiera hecho en los últimos 2 años.
No lo pensé dos veces y me bebí el frasco. Me acosté en la cama y cerré mis
ojos.
Me encontré en un boque con las hojas de los arboles color purpuras y el
tronco verde. La tierra era de un color vino y el cielo estaba completamente
negro. Todo el lugar me parecía extraño. ¿Ya estoy muerta o esto es una
alucinación? No estoy segura, pero comencé a caminar. Encontré un arbusto con
flores margaritas y sonreí al verlas.
― Tus favoritas.
Esa voz me erizo los vellos de la piel. Gire mi rostro para encontrarme
con Sebastián. Estaba en shock.
― Sebastián― susurre.
― Un día prometí que regresaría por ti, quizás no pude hacerlo en vida
por culpa de German. Pero lo que él no sabía es que yo tenía un plan b.
Lo mire completamente sorprendida.
― Mi muerte―. El asintió.
Lo juzgue tan mal que me sentía culpable. El hizo hasta lo último para
rescatarme. Él me extendió una flor margarita y yo me abalance sobre el
abrazándolo con todas mis fuerzas.
― Te amo con todas mis fuerzas―. Susurro a mi oído.
― Yo también te amo.
Nos miramos a los ojos y supe que este momento era muy real. Estábamos
juntos y nuestras almas estaban unidas. Digan lo que digan ya nadie nos
separara. En caso de que la tierra volviera a ser una, Sebastián y yo
seguiríamos juntos por siempre. Yo lo sabía, mi corazón me lo decía. Ahora me
sentía un águila que recupero su vuelo. Mis alas rotas ya sanaban y con
Sebastián de apoyo recupere mi vuelo. ¿El amor supera todo? Si lo creo e
incluso después de la muerte.